jueves, 24 de marzo de 2011

Volver

Como si fuera la última película de Almodóvar cada viaje a mi pueblo supone un regreso a tiempos mejores, peores...no se, distintos, tan distintos...

Cuando vives en un pueblo que se recorre en hora y media de cabo a rabo, lleno de gente para la que eres la hija de...tienes que escoger tus rincones en los que te sientas más tú que en ningún otro sitio...un banco de piedra en el puerto en el que leía mientras el sol hacía que mis pecas se multiplicaran por segundos.., un rincón tranquilo de la biblioteca en el que me escondía cuando no iba a la uni , un camino de piedra por el que atajaba cuando llegaba tarde a cenar ... una cala abandonada donde escuché el primer te quiero cuando un abrazo intentó consolarme porque una ola me sorprendió empapándome de arriba abajo...un frontón en el que se celebraban las primeras "discotecas" y cruzamos las primeras miradas...una clase de instituto desde la que observábamos el mar enfadado...

Cuando pienso en mi pueblo aparecen sonidos, olores, colores, sensaciones...escucho el mar rompiendo en las rocas, las gaviotas, las gargantas afinando en los bares, las campanas llamando a la misa de domingo, el patrón guiando la trainera ...huelo a anchoa recién asada, a talco en la fiesta grande, a tormenta, a talo con chorizo...veo azul marinero, cielo gris plomizo por la mañana y azul claro por la tarde, verde intenso en mi montaña, espuma blanca en la orilla, colores intensos en el desfile de barcos volviendo a casa, la luz en el faro guiándolos...siento la humedad en los huesos, siento la emoción en la garganta al soltar un irrintzi, siento pena en las entrañas ante la muerte injustificable y absurda...oigo, huelo, miro y siento a mi madre en la cocina y me planteo volver, siempre...

Volver al parque a escuchar a los niños llamar a su ama con angustia porque les quitábamos el columpio grande, volver al colegio a jugar la final de balonmano que nos convertiría en campeonas ese año, volver a mis clases de piano y mi pánico escénico, volver a las charlas en la orilla con mis Mosqueperros, volver a las partidas de mus con la copa de patxaran etxeko con mucho hielo, volver a las sobremesas de guitarra en restaurantes sin doble turno, volver a esconderme por las esquinas para besar a mi primer novio, volver a observar los barcos en el astillero durante horas, volver a temer un examen de latín, volver a comer pintxos con mis amigos un sábado por la mañana, volver a llevar un paraguas siempre en mi bolso...volver al pasado al fin al cabo...

Y sin embargo tanto recuerdo, tanto olor, sonido, tanta sensación me abruma...quiero cada rincón de ese pequeño pueblo, cada uno...mi cordón umbilical, siempre mi tierra...pero nunca volveré para quedarme...empiezo a cogerle el tranquillo a los cielos siempre azules de esta ciudad infinita, el teatro, los conciertos multitudinarios, el bocata de calamares en la plaza mayor y mi vida a mil por hora...al fin y al cabo creo que es sabio enamorarse de cada etapa, por la cuenta que nos trae...

Mañana vuelvo a Bermeo, vuelvo a los brazos de mi primer amor...

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