Esta semana un nuevo nene ha llegado a mi vida, un bebé chiquitito con unos padres tan tan grandes que nadie dudaría que Danel (el nuevo pequeñajo) va a ser el bebé más querido y cuidado del mundo.
Los felices padres nos enviaron unas fotos de los primeros días de Danel, que no han sido precisamente tranquilos, saturación y líquidos en descontrol durante unos días, aunque ya todo en orden y disfrutando en casita.
Esas fotos me hicieron pensar...el chiquitito miraba a su madre con esos ojitos indefensos mientras cogía su dedito con fuerza para no perderla desde una incubadora que parecía una auténtica nave espacial de vuelta a la tierra después del viaje más duro nunca realizado...pensé que entendía perfectamente a Danel, pensé que le entendía porque yo me siento así contigo, totalmente indefensa si no te tengo, sin aire cuando te alejas, con lágrimas en mis pulmones cuando tu mirada se siente fría.
Dependo tanto de ti, de tu humor, de una carcajada tuya, de una mirada dulce, de un roce distraído...tanto como Danel de su madre. Porque aquel día de verano en el que te conocí todo se paró de golpe y volví a nacer para vivir la vida a tu lado, desde el principio hasta el fin.
He puesto mi vida en tus manos desde ese día, todas mis ilusiones y dudas, todo mi presente y futuro, por eso, como un bebé, lloro si al despertar no te encuentro, si el tono de tu voz suena triste, si tu voz suena a enfado o tus sueños no me incluyen, lloro amargamente y me sientes rara si siento que tu amor se me escapa en mi chiquita palma que aún no tiene fuerza para retener algo tan grande.
Nunca he sentido esto, nunca tanta dependencia, nunca ser tan importante para alguien, tan querida y queriendo tanto, nunca me he sentido sostenida en el aire por una mano protectora como ahora, totalmente abandonada y confiada...nunca me he sentido antes como Danel, pero al ver aquella foto me reconocí en su mirada que gritaba como yo en silencio...por favor, no te vayas!!