En estos últimos años muchos de mis amigos han sentido una necesidad de escapar de sus vidas, de resetear y volver a empezar...y no hablo de esa necesidad de hacer lo que comúnmente entendemos todos por un kit-kat cuando no hemos tenido ni un triste finde largo en tres meses...hablo de soltar amarras y virar 180º (mi amado pueblo pesquero imprime carácter, qué le voy a hacer...).
Vender el coche para huir a Brasil a montar un bar y casarte con el mejor culo de la playa de Pipa... dejar el trabajo, la novia y el perro y huir al pueblo en el que corría de niño en bañador de rayas marineras a que el invierno te envuelva en sus cálidos brazos almerienses...aceptar un trabajo en la gran manzana sin apenas conocer el idioma de una semana para otra...huir...
Nunca he dado giros de 180º y me he alejado de todo, mi refugio son mis entrañas...nunca he huido de nada...ni en los peores momentos, porque aunque resulta frustrante para la gente que me rodea, cuando lo estoy pasando mal, me aislo en mi propia ciudad, en mi propia casa, en mi propia cama, en mi propio silencio, en el silencio...
Soy charlatana, dicen que una buena narradora (aunque también observadora), pero si algo me descoloca, si me hiere o simplemente me estremece, se hace el silencio...incluso en este diario sin voz se hace el silencio (ausencias explicadas, perdonadme)...lo rumio, lo duermo, lo sueño y lo valoro, lo agarro y lo desgarro, y cuando ya no tiene más vuelta posible, busco a Lorena, a Elisa o a Marce, busco a Gorka, Juanma o a Jose, busco otros ojos sabios que me escuchen y no juzguen, porque saben que soy muy Tauro, y que nada pueden hacer.
Y lo cierto es que muchos de vosotros, frustrados por esta forma mía de gestionar los dramas, habéis intentado cambiarme sin éxito, con amenazas del estilo de: cuando esté yo mal haré lo mismo a ver qué te parece...y sinceramente, me parecería mal, pero no se hacerlo de otra forma, mi cama ha vivido grandes crisis resueltas con un cambio de sábanas...
Hace unos días cumplí treintaitantos años, justo uno más que los que cumplí el año pasado vaya...y fue un día duro, no puedo negarlo...sin siquiera abrir los ojos ese día 21 lloré, lloré porque sabía que por muchas llamadas y mensajes que recibiera siempre me faltaría el suyo: felicidades patito!!!!!!!!!!!!!!! demasiados años sin darle toda la importancia que tenía ese grito por no sospechar jamás que me faltaría tan pronto.
Me faltó cada segundo, en cada paso, en cada frase, en todo...y no pude esconderme esta vez, porque mis mosqueperros (dicese de mis amigos de toda la vida) me conocen y sabían que además de haber invadido mi vida desde los 4 añitos, esta vez debían invadir mi ciudad, mi casa y mi pena y transformarla en un chorreo de recuerdos de delincuentes juveniles venidos a menos...
Yo os quiero amigos míos, pero no os imagináis lo feliz que hacía a mi madre que yo hubiera tenido la enorme suerte de encontraros.