jueves, 27 de octubre de 2011

Virgencita, virgencita...

La normalidad, la rutina, la simplicidad de un día igualito al anterior...nunca suficientemente reconocida, nunca simplemente valorada, nunca buscada...hasta que algo rompe esa rutina de una forma tan brutal que nada será nunca igual, nada será como aquella última tarde, nada como el minuto anterior a aquella llamada...


Agarraos al desayuno sin prisas con el periódico tiñéndonos las manos, al libro leído en el metro, a las riñas con vuestra hermana por una camiseta robada, a la llamada de vuestra madre para contaros cuánto ha subido el pan, al paseo el domingo por la mañana hasta el mercado, al sonido de las gaviotas gritando en la ventana, a la sonrisa de unos mellizos al escucharse uno al otro, al ronquido de tu chico cada noche, al cabreo en tiempo de bonus...agarraos a la maravillosa rutina de una vida sin tropiezos, que la vida es jodidamente puñetera a veces y luego jode mirar atrás y sentir que nunca lo valoraste suficientemente...